jueves, 26 de marzo de 2020


Vaca – yendo – del sueño

6 a.m. Mañana despejada. Azul eternamente celeste. Me siento raro, pero creo que podré caminar. Un momento: Pero ¿qué es esto? ¿Qué pasó con las ruinas a las que casi nadie se arrimaba por respeto al dolor de los muertos y desaparecidos? esto no puede estar pasando.

Seguí caminando y, de repente, pasa una linda chica y me regala un poema, una rosa y un libro titulado: “No mires para atrás si no te gustan los jardines”. Como es costumbre, hice lo contrario de lo sugerido; miré para atrás, y el antiguo batallón ya no quedaba allí. Había sido reemplazado por un colorido jardín. Volteé mi rostro para darle las gracias, ya no estaba; sólo contemplé una nube de polvo amarillento del que luego emergieron unos pajarillos cantando al unísono el Himno nacional de mi amada República Colombiana. Claro, hoy es el día de la independencia. Asentí en voz alta.

Sorprendido, decidí continuar la marcha y no hacerle el quite a toda esta magia que ya comenzaba a fascinarme. Unos pasos más adelante, aquellos grafitis que incitaban a los jóvenes escolares a la violencia so pretexto de ser libres, ahora –en esas paredes- abundaban maravillosas pinturas configuradas por nobles almas de niños agradecidos con sus padres y con sus docentes por estarlos acompañando en el proceso de crecimiento. Otros muros también fueron decorados con los rostros y los nombres de los amigos de verdad: No de los que señalaban el camino de la vida fácil; al contrario, de los que te daban la mano para ayudarte a levantar cuando estabas golpeado emocionalmente y te inculcaban el valor de la responsabilidad.

Emocionado con todo esto, no pensé en contarle a nadie todavía. Ya, de tanta intriga, proseguí. Todavía faltaba lo mejor: Al llegar a la casa de Don Ramiro tremenda sorpresa: él, no estaba allí como de costumbre –ordeñando la vaca-. Esta vez, leía un periódico que sólo contenía buenas noticias. Esto lo supe, luego de que él mismo me contara que ahora habitábamos una sociedad diferente. Al principio no le entendía nada; después me pidió el favor de que le solicitara a su vaca que me diese un paseo, jajajajaja ¿Un paseo en vaca? me pregunté.

Segundos después, montado sobre una vaca rosada con alas plateadas; estaba volando –en serio- volaba sobre los campos de mi hermoso país. Que gusto, que alivio, que fortuna observar atónito: los campos reverdecidos, las casas de los pujantes campesinos colmadas de cultivos, abundante agua, niños elevando cometas con formas –para mí desconocidas-. las montañas tupidas de toda clase de árboles y cientos de animales domésticos. Acaricié en varias oportunidades las nubes como provocativas almohadillas dulces. Aquella – la vaca- no me decía ni mu. Que habilidad para surcar los cielos, los mismos que, bajo ninguna circunstancia, eran plagados de aviones llevando, a lugares distantes, a miles de pasajeros con rumbos optimistas, fumigando cultivos ilegales, fotografiando el desastre ecológico ocasionado por la ambición típica de algunos humanos o bombardeando insurgentes como lo hacían antes. El aire, el más puro nunca antes respirado.

Vaya susto. La vaca giró hacia la izquierda y me afirmó: debemos regresar, es hora de un suculento desayuno y debo, además, tomarme la pastilla de las diez. Eché a reír de inmediato y ella -al tiempo- conmigo, jajajajajaja. Descendió de manera moderada hasta la casa de Don Ramiro. En efecto allí estaba él, y en el desayuno no había carne ni leche, ni nada que implicase el sacrificio de cualquier animal. Confieso, siempre quise que los alimentos fuesen –como estilo de capsulas- con los nutrientes necesarios para alcanzar la felicidad y no el producto de la matanza de aquellos seres que merecen el mismo respeto que nosotros merecemos.

Hicimos la siesta. Me pregunté: y en las ciudades ¿Qué ha pasado? Don Ramiro, emitió un silbido y terminé otra vez volando, pero esta vez sobre un caballo negro. ¡Oh!, fantástico paisaje: escuelas, colegios, parques, bibliotecas, centros recreativos; hospitales no había, pues, nadie enfermaba y quién moría no moría de amor, moría de viejo y era su elección publicar sus enseñanzas antes de ese momento. Fábricas que no contaminaban, cero fronteras invisibles, poco ruido en las calles. La delincuencia, el narcotráfico, el desempleo y la corrupción no aparecían ni siquiera en el diccionario como conceptos. Desplazamiento en bicicleta; toda vez que, los lugares de destino no distaban tanto el uno del otro. El expresidente Uribe y el presidente Santos jugando con avioncitos de icopor en el parque Norte; ambos eran los administradores del mismo los fines de semana. Más zonas verdes que edificios y lo mejor, en lugar de andar esclavos de los celulares, las personas sí se miraban fijamente a los ojos y no se abrazaban con mensajes de texto sino, más bien, con la ternura y la lealtad de sus actos. Ah, lo olvidaba, podría enumerar decenas de situaciones majestuosas, pero hubo una que me agradó sobremanera: la pasión por el fútbol ya no terminaba en desbordadas celebraciones o frustraciones con consecuencias lamentables y en el barrio la cultura había erradicado la violencia entre algunos apasionados por el equipo de sus amores.

Minutos después de haber regresado a casa de Don ramiro, me despedí de él, feliz por el cambio positivo de mi país, el cual repercutía enormemente en nuestras actitudes de seres verdaderamente racionales, conscientes, virtuosos y muy solidarios y afectuosos con el prójimo. Ahora sí a contarle a mi madre lo que hoy viví. Espero me crea. Don Ramiro me dijo que después de él, sólo yo sabía de esto. Que, en cuanto ella se enterara, los demás colombianos también gozarían de tan digna forma de vida.

Qué raro, una alcantarilla sin tapa, voy a acercarme más para ver qué alcanzo a descubrir: ¡mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!! ¿Qué fue hijo? ¿Qué le pasó? ¿Otra de sus pesadillas, acaso? tranquilícese, acá estoy yo. Ay, juemadre, vea la hora que es, yo también me quedé dormida mijo; vístase rapidito que lo va a dejar el bus otra vez.

Sabe qué, mamá, estamos más locos que Freddy improvisando cuentos. Hoy no hay servicio de transporte porque el acto cívico-cultural de la independencia de Colombia es en la sede alterna, y eso no es todo, hoy es sábado, jajaja. Más bien, venga conversemos, que le voy a contar un pedacito de la Colombia que me soñé. No sé sí era una Colombia libre, soberana y en paz; pero le prometo que, por usted, por mí y por mi hermana, voy a dar lo mejor hasta que pase una vaca rosada volando cerca de la ventana.


FREDDY LEÓN URREGO ALZATE

2 comentarios:

  1. Muchas gracias. Fuiste la primer persona en comentar por acá y la primera que aplaudió cuando compartí el enlace de mi canal en YouTube. No es comercial, nada más para quienes tengan el link: Alumnos preferiblemente. Si un frondoso árbol cubre a una vaquita de la inclemencia del sol; éste habrá cumplido su misión natural. En este caso, si una colega valida mis pequeñas incursiones por estos medios, me es más que suficiente. Hasta pronto. Un abrazo. Creo que ya había publicado la respuesta, pero desapareció, jajaja

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Hola, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer. Espero contar con tu presencia en nuevas ocasiones. Un fuerte abrazo y buena luna.