jueves, 26 de marzo de 2020


Un nuevo amanecer (editorial para el periódico Tiempo Santista)
Bienvenidos a clases

De nuevo asomamos nuestros cuerpos por la institución. Es un reacomodo del espacio que nos contempla a medida que crecemos. Proceso lento pero satisfactorio que debe de ir precedido de un intenso convencimiento de querer y de poder hacer las cosas bien. Esto será un hecho sí, desde lo más profundo de nuestro ser, nos fijamos como meta: mirar para atrás sí es para coger impulso; en caso contrario, mantener la frente en alto enfocados en el horizonte del conocimiento y del aprendizaje permanente.

En efecto, hay quienes ya tienen marcado en su alma un amor sincero por la familia Santista. El mismo que queda evidenciado en su sentido de pertenencia y en su alegría al regresar. No obstante, es a éstos a quienes les sugiero que acompañen y abracen a aquellos que, por vez primera, vinculan sus anhelos con nuestros sueños. No se trata de demostrar superioridad por el hecho de llevar con nosotros más tiempo sino, más bien, de magnificar, junto a ellos, esos valores que han aprehendido durante su viaje por las distintas áreas del conocimiento.

Es por ello que solicito, de buena fe, un gran esfuerzo. En primer lugar, para no decaer y conservar las virtudes en aras de multiplicarlas por las esferas institucionales. En segundo lugar, si tuvieron un tropiezo y hoy están ansiosos por ser promovidos al grado siguiente, que no se rindan, que lo intenten, que lo logren y que lo compartan convencidos de que, el ascenso académico, no es un acto de magia sino de planeación y de política de vida. Es un estilo que debe irse puliendo con el tiempo hasta consolidarse cada vez más.

Ahora bien, la invitación es a preferir el aprovechamiento del tiempo de manera más eficiente, sin dejar de lado sus aficiones, desde luego. A hacer de las horas de clase uno de los espacios preciados y desbordantes de respeto por la diferencia, del uso responsable de los recursos, de la palabra consciente, crítica y propositiva, de la creatividad y del ejemplo. A vivenciar el descanso como la posibilidad del encuentro inspirador con ese otro que ahora está en otra aula con un mismo fin concreto. A degustar el refrigerio sin desperdiciarlo ni rechazarlo; de modo que su contenido nutricional surja en ustedes el efecto esperado.

No olviden que el año lectivo no inicia en el cuarto período, es desde ahora que deben comenzar a edificar ese puente entre la institución y su felicidad. Esa que, a veces, parece esquiva. Tampoco dejen de lado esos sabios consejos de quien les dio la vida ni mucho menos de quienes les acompañamos y les exigimos actitudes propias de emprendedores tendientes al salto y al asalto de las vicisitudes. Estas, por más que nos aquejen, tendremos que aprender a superarlas.

Una muestra de ello es complementar en casa, en una biblioteca, en una obra de teatro, en un partido de futbol, en una historia contada por algún pariente cercano, en un buen libro, con una película o con el contacto directo con la naturaleza; en suma, con su capacidad de asombro, esas primeras pinceladas diseñadas en la institución. Esto es, no se conformen, prepárense para batallar el día a día; siendo coherentes y consecuentes con sus ideales sin necesidad de agredirse ni de agredir a sus semejantes.

Hay una forma de evitar la reconciliación: no recurrir a la pelea como alternativa de solución a sus desacuerdos. Percíbanse, aprendan a escuchar y no duden en expresar sus emociones a tiempo.

Bienvenidos los que ya tengo en mi corazón, los que no distingo y eligieron esta realidad, los docentes recién vinculados, familia Santista en general. Fraternal y caluroso saludo. Por un año colmado de satisfacción y armonía, juntos y solidarios.

                                                                           FREDDY LEÓN URREGO ALZATE

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