lunes, 23 de marzo de 2020


CONSUME SABER (Editorial para el periódico Tiempo Santista)


Corrían los días finales del tercer período, su preocupación se centraba en superar los PAP del primer semestre a los que se había visto obligado debido al descuido constante que lo mantuvo ausente de sus responsabilidades académicas, más no de sus preferencias en las horas de esparcimiento.
La presión se hacía cada vez más fuerte; sentía que no sería capaz y, sin embargo, lo intentaba. Dejó de cumplir otros compromisos en aras de saldar las deudas que tenía con aquellas áreas. Olvidando, con ello, que la deuda esencial era con él mismo, con lo que le corresponde como ser en proceso de crecimiento constante.
Como lo presentían sus amigos más cercanos, no le bastó con las ganas que le puso; éstos se encargaron de desmotivarlo y de seguirse burlando de sus fallidos ensayos. Los mismos a los que ellos no quisieron apuntarle.
Derrotado y esperanzado en más oportunidades, lo que sí tenía presente era esa pequeña ansiedad de meterse en su cabeza la sustancia que, se convertiría posteriormente, en su peor decisión.
Con ella sí era puntual, no podía faltarle porque se desesperaba, y no terminaba un día sin intoxicarse con la misma y, desde luego, con los semejantes. Esos que, cuando vieron al amigo ya sumido en la dependencia, optaron por aplaudirle en lugar de aceptar que se equivocaron y que pudieron cambiar el rumbo de sus vidas para orientarlo hacia la felicidad.
Educando Santista, no esperes hasta el tercer período para preguntarte si aún hay posibilidades de aprobar el año escolar. Lo que realmente debes meterte en la cabeza es una elevada dosis de fuerza de voluntad, de amor propio evidenciado en un comportamiento virtuoso, de conocimiento tendiente a la elevación en la escala social; alcanzada éticamente con tu desempeño integral. Si vas a trasnochar, que no sea en vano. Aprende a disciplinarte repartiendo el tiempo de manera práctica, investiga métodos de estudio sí es necesario.
Púlete como obra de arte, cólmate de hojas fantásticas como árbol gigante, combate tus miedos sin hacerte daño, no permitas que tu conciencia flaquee, hazte música y componte una canción auto motivacional, mírate al espejo y fíjate metas a corto plazo; si caes en el intento, no desistas, pide ayuda, alguien puede escucharte; escúchate tú mismo. Ahoga la displicencia en un mar de sueños intelectuales.
Me dueles cuando has consumido sustancias nocivas porque has caído preso de quien te quiere sumiso. La libertad no implica la descomposición personal; por el contrario, el joven inmerso en el deleite por el aprendizaje potencializa sus derechos cumpliendo, a conciencia, con sus deberes: la vida tiene sentido, ese eres tú.

Freddy Urrego
 Docente ÉTICA Y VALORES

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